Dos formas de inventar un producto de la nada


La creación de productos normalmente responde en los tiempos que corren a decisiones de marketing para resolver problemas de bajada de ventas o de estrategias de posicionamiento. Estos que os traigo son dos casos claros, pero muy diferentes.

Una estación de esquí es un claro problema de estacionalidad. ¿Qué hace uno en verano en una estación de esquí? ¡Buscar oro! Un buen ejemplo de cómo de la nada se puede crear un producto, turístico en este caso que solucione un problema difícil. La experiencia que diseñan en torno a la búsqueda de oro es suficientemente atrayente y el incentivo, aunque sea falso, queda claro desde el principio que lo es. No hay ánimo de engañar al cliente, sólo hacerle vivir la experiencia de un buscador de oro… y ¡¡quién sabe si no encontrará algo!! (Aunque sea colocado por la organización) Lo importante es la experiencia.
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Este es un segundo ejemplo de creación de producto. En este caso, se crea un producto de edición limitada, gourmet, diferenciador… Se comercializarán 1.305.919 botellas y sólo 75.000 llegarán a España. El elemento gourmet exclusivo y el eje de diferenciación con el kétchup normal de la marca se basa en que este nuevo producto se ha elaborado con la primera cosecha de tomates de 2011. Para presentarlo, se envía una muestra a los bloggers gastronómicos más influyentes del país. Hasta aquí todo parece perfecto ¿no? Hasta que uno de esos bloggers escribe ESTO y destroza la USP (Unique Selling Proposition), el eje de diferenciación del producto que pasa inmediatamente a engrosar la lista de marketing que engaña al consumidor para cobrarle más. Gracias a gente como la que trabaja en el departamento de marketing de Heinz tenemos mala fama los profesionales de este campo. Porque, yo me pregunto… Cuándo en el brainstorming aparece la idea de hacer un kétchup de primera cosecha… ¿Tanto cuesta contrastar esa idea con el ingeniero agrónomo de la fábrica o con alguien de producción que pueda decir que eso es una estupidez? La técnica de brainstorming es muy buena, surgen buenas ideas, pero también muchas malas. Hay que tener la suficiente profesionalidad para contrastarlas con los técnicos antes de sacarlas al mercado engañando al cliente y provocando una crisis de imagen para la marca.